Mariana Vásquez Hirsch

Psicóloga, astróloga y coach espiritual. Autora de dos libros y creadora de la membresía del Círculo de astromanifestación. Su misión es ayudar a personas a recordar su poder interno y desde ahí vivir una vida alineada con su potencial.

Envidia: Deseo Identificado

Hace unos días me encontraba chequeando mi cuenta de Instagram cuando me crucé con la foto de una blogger súper linda, a la que admiro mucho, y me quedé prendada de la foto. Algo que no pude evitar darme cuenta es que su post había alcanzado más de 500 corazones en menos de 2 horas. Sentí una punzada incómoda que hace tiempo no experimentaba. No había ninguna duda: tenía envidia.

Aunque es una emoción difícil, desde hace tiempo he tomado la decisión de ser REAL conmigo misma con cualquier bloqueo que aparezca, para así poder transformar toda creencia negativa en luz. Es así que acepté lo que sentía y me cuestioné el porqué estaba sintiendo envidia en ese preciso instante.

Me di cuenta que desde hace unos días me estaba sintiendo un poco “meh” con el trabajo que hago. Aunque siempre doy mi 100 %, tanto para crear contenido como para las sesiones personalizadas, había caído un poco en la sensación de que lo que hacía no era “gran cosa”. Es decir, estaba restándole valor a mi aporte en el mundo. Me hizo mucho sentido entonces que, al ver la publicación de esta colega, me haya venido una punzada de “¿Ves cómo ella sí inspira a mucha gente con su trabajo, cuando tú apenas pasas de los 50 corazones por post?”

Aunque lo de medir tu valor personal en corazoncitos es realmente ridículo, el significado que le damos no lo es. Recibir aprecio y validación de tu presencia en el mundo es una necesidad real y  esencial; todos tenemos derecho a sentirnos especiales e importantes. El problema es cuando le dejamos la satisfacción de esa necesidad a otras personas. Al reconocer este hecho, tomé el asunto en mis manos y me propuse darme una inyección de amor propio. Me quedaba claro que lo que necesitaba para sentirme bien no era que mi contenido se haga viral: lo que necesitaba era recordar que soy valiosa e importante (lo otro llegará en su momento, como resultado de mi constancia y trabajo).

Ese día le di 100 % de amor a mis actividades del día, atendía a cada cliente como si sus vidas dependieran de ello , y trabajé en mi contenido como si fuese la mejor profesional en mi carrera. Esa noche me fui a dormir sintiéndome genuinamente satisfecha con mis 50 corazones y las sonrisas de agradecimiento que recibí ese día.  Pero, más allá de lo que recibí, me fui a dormir tranquila por cómo me había entregado. Nada había cambiado, pero todo había cambiado. Sigo en ese proceso.

 

¿CÓMO USAR LA ENVIDIA A MI FAVOR?

Estoy segura de que si eres human@, en algunos momentos tiendes a compararte. A continuación te dejo 4 consejos prácticos para lidiar con la envidia cuando aparezca en tu vida. La idea es convertirla en gasolina de empoderamiento personal:

1) Mantente dentro de tu proceso

Sea que estés iniciando o trabajando en lograr algo en tu vida, pon toda tu atención a lo que se desenvuelve en tu propia aventura de manifestación. Lo interesante está pasando siempre en donde TÚ te encuentras. La envidia es una clara señal de que estamos distraíd@s con el proceso de alguien más, proceso sobre el que no tenemos ningún poder (por eso te drena). Vuelve a tu centro, al presente, exactamente donde estás: ¿Qué objetivos te puedes poner esta semana para estar más cerca a la versión de ti que quieres ser?

2) Toma nota con curiosidad

Solo nos distraemos con aquello que llama nuestra atención, ¿cierto? Lo mismo sucede cuando nos comparamos con otros. Si estás obsesionad@ con tu nariz, lo más probable es que te compares con las narices de todas las personas que conozcas. Por eso es que a mi me encanta identificar la envidia en mi trabajo como terapeuta, porque la envidia es una señal inequívoca de dónde se encuentra tu deseo.  Con total desapego y desvergüenza, toma nota de aquello con lo que te estás comparando y pregúntate: “¿Qué imagino que sentiría yo si tuviese ese cuerpo/pareja/atención/dinero/fama/estilo de vida con la que me estoy comparando?”

Muchas veces nos damos cuenta de que no queremos exactamente eso que envidiamos, sino que deseamos lo que “pensamos que eso nos daría”. Por ejemplo: Tal vez no necesariamente quiero un cuerpo 90-60-90 (¡Qué flojera, no podría comer nada de lo que me gusta!), pero tal vez lo que sí quiero  es sentirme más atractiva. Ese deseo es válido y totalmente alcanzable.

3) Aprecia lo que ya tienes

El agradecimiento es un clásico consejo de manifestación por algo. De verdad funciona para subir nuestra vibración. Nuevamente, cuando nos comparamos con otros es porque estamos distraíd@s de nuestros propios procesos y, también, de nuestras propias bendiciones. Ten por seguro que esa persona con la que estás comparándote siente que algo le falta (algo que, quién sabe, tal vez tú tengas). Fíjate en todas las cosas que hace años te morías por tener y de las que ahora disfrutas. Toma en cuenta no solo lo externo, sino también las bendiciones interiores.

Por ejemplo, yo ahora a mis 30 años tengo la independencia económica que a los 25 me hubiese parecido imposible lograr. Así de específica, busca todas las cosas en tu vida que has manifestado, que el universo te da a diario, y te aseguro que desde ese mismo espacio de agradecimiento empezarán a manifestarse más.

4) Recuerda que somos compañer@s de viaje

Una de las prácticas que más me ha ayudado a no volverme loca en mi proceso como emprendedora en redes sociales (donde hay tanto mercado) es cambiar radicalmente la concepción de competencia por la de “pares” y “colegas”. Me recuerdo a mí misma que vivimos en un universo de abundancia, y, desde este paradigma, la percepción de que estamos compitiendo es no solo absurda, sino además obsoleta. ¡Somos parte del mismo equipo!, remando en el mismo barco, remando en la misma dirección: hacer de este un mundo mejor.

Cada un@, desde sus esquinas (la moda, la psicología, la astrología, el tarot, el marketing, los viajes, etc.), somos pares, colegas, compañeros de aventura. Aunque suene cursi, tu éxito es el mío; a nivel metafísico es así de literal. Es cosa mía si decido cerrarme a ese éxito eligiendo una perspectiva de miedo y separación. Cuando te niegas a participar en una cultura de competencia y entras a una de colaboración, tu vida se aligera como no tienes idea. Las ideas y éxitos de otras personas se convierten en inspiración para ti, sin mencionar que hay mucha más tendencia a conectar, hacer amigos, y crecer en conjunto.

Con esta actitud todos ganamos. Cuando me agarro a mí misma desviándome de este paradigma soy bien radical, entro a redes sociales y le doy like, comento y hago barras a esas personas con las que mi ego me está comparando. Es una medicina amarga que me paga de vuelta con creces.

Una excepción a esto es si alguien está haciendo algo demasiado parecido a lo tuyo. En ese caso, enviarle luz y dejar de seguirl@ es lo mejor, para que el ego no tenga alimento diario y tú te puedas concentrar 100 % en tu proceso. Luego ya podrás retomar la conexión una vez que estés más solid@ en tu propia autoconfianza. Lo mismo pasa si estás obsesionad@ con la nueva novia/o de tu ex o con alguna persona con la que la comparación sea demasiado fuerte. Elige tus batallas.

Si te resuena, compártenos tu experiencia con el sentimiento de la envidia y cómo la manejas en tu vida. Tu vivencia nos suma a tod@s.

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